Domesticados by Alice Roberts

autor:Alice Roberts [Roberts, Alice]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Seix Barral
publicado: 2019-03-03T23:00:00+00:00

Los investigadores del Roslin

El Roslin Institute es un conjunto de edificios de alta tecnología, algunos diseñados para albergar gallinas y sacarles el máximo partido, y otros destinados a albergar a científicos y sacarles también el mejor partido. Los científicos del instituto están entregados a la tarea de optimizar sus ejemplares, y no sólo por medio de la crianza selectiva. La crianza selectiva ha obrado prodigios durante el último milenio, y luego de forma verdaderamente extraordinaria durante los últimos sesenta años. Sin embargo, ahora que podemos interactuar directamente con el código genético de un organismo, la crianza selectiva parece un proceso directamente arcaico en comparación. La domesticación es un proceso continuo, y ahora mismo la vanguardia de la domesticación se basa justamente en esa idea.

Las nuevas técnicas de modificación genética prometen la tierra, literalmente. Con su ayuda, en el futuro podríamos cultivar plantas y criar animales de forma mucho más eficiente, sostenible e igualitaria. Y aun así tenemos miedo. Una cosa es la crianza selectiva, pero a mucha gente la manipulación genética directa —usando enzimas para modificar el ADN— le parece que es ir demasiado lejos, le parece un Rubicón que no deberíamos atrevernos a cruzar.

El instinto me dice que aquí hay algo incorrecto. La ciencia ficción me ha predispuesto —incluso a mí— a sospechar de los organismos genéticamente alterados. El novelista y periodista Will Self es un maestro a la hora de inventar personajes incómodos e inquietantes. En su novela The Book of Dave hay unos animales genéticamente modificados parecidos a cerdos, llamados motos, que son a la vez mascotas y ganado. Son inteligentes y hablan —con frases rudimentarias de niño pequeño—, pero de todos modos la gente los sacrifica y se los come. Los motos desafían nuestra percepción de los animales que criamos de forma deliberada para su consumo. Nuestras papilas gustativas nos resultan más importantes que sus vidas. Para mí hay demasiada disonancia ahí: fui completamente vegetariana durante dieciocho años. Ahora como un poco de pescado, gestionando mi sentimiento de culpa, pero el resto de las carnes me sigue pareciendo ir demasiado lejos.

Creamos una división mental entre nosotros y los demás animales, una división que resulta necesaria si nos los vamos a comer. Ninguno de ustedes se plantearía comerse a otro ser humano (me imagino). En cambio, a la mayoría de la gente no le supone ningún problema criar animales, sacrificarlos y comérselos. Pero ¿qué pasa con cambiarlos? Parece aceptable... si se lleva a cabo por medio de la crianza selectiva. Cuando se trata de las plantas, no parece que nos incomode la idea de crear mutaciones por medio de radiación o de sustancias químicas mutagénicas y luego introducir de forma selectiva esos cambios genéticos en nuestros cultivos. Puede que parezca algo novedoso y peligroso, pero llevamos haciéndolo de manera habitual desde la década de 1930. Desde entonces se han creado y puesto en libertad más de tres mil doscientos tipos de plantas mutagénicas. Algunas se cultivan y se promocionan como productos orgánicos. La mayoría de los cacahuetes que se cultivan en Argentina descienden de plantas modificadas irradiadas.

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